Hablar de neurodiversidad implica comprender a la especie humana como una vasta diversidad funcional que se desarrolla de manera compleja, principalmente a través de las relaciones humanas y el aprendizaje. Esta complejidad en el funcionamiento cognitivo significa que cada persona aprende, asocia y procesa información de manera única, por lo que sería un error asumir que el desarrollo humano es homogéneo.
Según la Revista Chilena de Pediatría, actualmente se estima que uno de cada 51 niños/as recibe un diagnóstico de autismo, lo que coloca a Chile dentro de los países que tienen una mayor prevalencia de personas autistas en el mundo. Aunque no existe un censo nacional de la población autista, estos datos nos acercan a comprender la realidad.
Pero, ¿qué es el autismo? De acuerdo con el artículo 2 de la reciente Ley TEA N° 24.545, el autismo se define como una condición de neurodesarrollo en la que las personas muestran una diversidad en su desarrollo típico, manifestándose en dificultades para interactuar con otros y en intereses profundos en ciertos temas.
El autismo se caracteriza por un perfil de desarrollo en el ámbito sociocomunicativo y la presencia de hiperfocos e intereses profundos, lo cual es distinto en el amplio espectro de la neurodiversidad. Esta diversidad cognitiva está presente a lo largo de toda la vida (Programa UV Inclusiva, Universidad de Valparaíso). Dentro de este espectro de neurodiversidad se incluyen condiciones como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), dificultades sensoriales e incluso problemas de salud mental como la depresión. En resumen, abarca a todos aquellos cerebros que procesan estímulos e información de manera peculiar o diferente a la norma, a pesar de pertenecer a la misma especie.
Es fundamental asimilar estos conceptos, ya que la neurodiversidad busca comprender la amplia gama de experiencias humanas, valorando la riqueza de la diversidad que nos hace únicos e irrepetibles debido a nuestras diferencias y peculiaridades.
Este nuevo enfoque, desde una perspectiva no patologizante, busca alejarse de ver el autismo como una discapacidad limitante para la persona. En su lugar, se adhiere al modelo social/ecológico de la discapacidad, que adopta una visión estructural de la sociedad y propone una acción colectiva para transformar y/o eliminar las barreras que generan la opresión en la vida de las personas dentro del espectro de la neurodiversidad.
Tenemos la oportunidad de ser puente para la neurodiversidad, porque nos toca a todos y a todas. En nuestras manos está la opción de forjar una sociedad basada en el respeto y la equidad, sin necesidad de etiquetar y excluir.
Sofía Jaña Cabezas.
Jefa del Departamento Diversidad e Inclusión de la Ilustre Municipalidad de Providencia.