La reina del crimen, como la llama la prensa, mereció ser comparada con Lucrecia Borgia, por George Bernard Shaw, ya que según se trataba de las dos mujeres que más dividendos habían obtenido del crimen. Esta es una de sus primeras novelas, publicada en los años 20 del pasado siglo, y se cuenta entre las favoritas del público en razón de su final, uno de los más inesperados de la imaginativa autora: suspenso policíaco del mejor.